Parejas mixtas, migrar por amor y otras asimetrías
Una forma específica de la violencia machista que atraviesa los procesos migratorios tiene que ver con la idea de «migrar por amor». Una historia se repite: la de una mujer que emprende el viaje para encontrarse con un hombre al que ha conocido en un momento puntual, o tal vez a través de las redes sociales o de una web de contactos, y lo que se encuentra al llegar es una rápida escalada de violencia. A menudo, estas relaciones están marcadas desde su mismo origen por cómo el hombre se aprovecha de un momento de vulnerabilidad económica o afectiva. Otras veces, se trata de una pareja ya existente en el país de origen, en la que el hombre se adelanta en el viaje, pero que mostrará tras la reagrupación una cara hasta entonces desconocida. En cualquiera de los casos, la clave está en que, separadas de su entorno familiar, social y laboral, aisladas en un nuevo país, estas mujeres se encontrarán con dificultades adicionales para salir de esta situación.
Aunque esta forma de violencia se da tanto por parte de hombres también migrantes como de españoles, en el caso de las parejas transnacionales las historias de este informa muestran como la asimetría en la situación es una forma más de esa violencia, al situar al hombre en una posición de poder. La agrupación familiar y la autorización de residencia de las mujeres son más sencillas cuando están casadas o son pareja de hecho de un ciudadano español, pero esto mismo dificultará después su independencia jurídica y económica, haciendo también más difícil salir de la espiral de violencia.
En algunos casos, las historias dejan ver con claridad un patrón: el de hombres que directamente «eligen» mujeres a las que «traer», una conducta que se repite en relaciones sucesivas, y en cuyo fondo late un entramado de estereotipos relativos a la procedencia de estas mujeres, que acentúan su discriminación.
Tirar del hilo: historias de mujeres migradas
supervivientes de violencia de género