Un camino que no puede estar sujeto a la buena voluntad
En su paso por el laberinto de los trámites burocráticos, las mujeres que han sufrido violencia machista se encuentran con muchas personas. Policías, funcionariado, trabajadoras y trabajadores sociales, abogados y abogadas (a menudo de oficio), jueces y juezas, personal sanitario…
Muy a menudo, cómo siga su historia depende de manera radical de a quién se hayan encontrado en cada punto.
Muchas de las historias de este informe celebran encuentros que cambiaron el rumbo, que proporcionaron un hilo para encontrar la salida.
Pero que el camino dependa de la buena voluntad de los y las profesionales es evidentemente un problema. Porque también se da el caso contrario: muchas historias también están marcadas por momentos en los que la no especialización, el etnocentrismo o los prejuicios llevaron a trabajadores y funcionariado a una mala praxis que, en los peores casos, pudo llevar a las mujeres a volver con los agresores, al perder en lo judicial, no conseguir recursos o quedar excluidas de necesidades básicas.
Entre las historias de este informe son minoritarios los casos que presentan un itinerario lineal de denuncia, proceso judicial, orden de protección y sentencia firme que condene al agresor. La mayoría son caminos intrincados, llenos de recovecos, de idas y venidas. Demasiadas de estas historias terminan diciendo, por un motivo u otro: «a día de hoy, no recibe ninguna ayuda oficial específica como víctima de violencia de género».
A veces, la racionalidad de los servicios públicos parece hablar un idioma distinto al de las personas y sus vidas. La complejidad de las situaciones, la interseccionalidad, las especificidades, hace necesario hilar fino para poder resolver casos que no se ajustan a un camino previsto. Por eso, las decisiones humanas en cada nudo de este tejido son fundamentales, y para que sean las adecuadas es necesaria una adecuada especialización de los recursos.
Porque cuando el camino es hacia el cumplimiento de derechos básicos, salir del laberinto no puede depender de la suerte.
Tirar del hilo: historias de mujeres migradas
supervivientes de violencia de género